jueves, 5 de agosto de 2010

Bacterias.

Soy un ser superior.
Somos seres superiores.
Somos un ser superior.
Y serlo, implica dejar a un lado
el instinto de virus que tengo.
Que tenemos.
Que todos tenemos.
Dejarlo aparte y no sólo atacar.
Todo consiste, en primer lugar, en elegir
a la víctima.
Bien o mal.
Elegir.
Y, sólo después de eso, liberar
el primitivo y sañoso instinto.
Todo sin dudar.
Sin bacilar.
Sin vibrionar.
Sin estreptococar.

Sin la menor compasión.

lunes, 2 de agosto de 2010

Huella.

Forma que cede su espacio al viento.
(Existo).
Figura recortada que se quiebra.
(Caigo por un momento).
Pies que, al fin, tocan tierra.
(Me siento y dibujo).
Doy un paso más y dejo huellas.
(Me levanto de la silla).
El filamento enrojece.
El vidrio desexiste y deja pasar
La energía que estalla contra cada pared.
Contra cada pedazo de techo.
Contra mí.
(Doy un paso atrás y me miro mientras dibujo).
El reflejo enciende un cigarrillo y lo quema hasta los huesos.
(Y, finalmente, lo logro… Dejo una huella sin levantar los pies).

sábado, 31 de julio de 2010

Envenenado.

VENENO. Veneno en el último

SOLSTICIO. Del último

VERANO.

SOL. Que quema y hiere la

ARENA. Que lava la sal.

SAL. Que cura la herida.

HERIDA. Que escupe sangre.

SANGRE. Que se vuelve azul.

HIELO. Gris.

SUEÑO. Azul.

CLARO DE LUNA.

Envenenado.

Terror.

Terror en la tierra.

Horror en el cielo.

Pánico.

Fobia ante todo.

Miedo ante el miedo.

Silencio efímero ante

las más ínfimas atrocidades.

Silencio del que emerge,

desgarrando la garganta,

el grito más aterrador.

La verdad.

No. Sí, seguro. No lo creo.

No tengo la menor idea.

No sé de qué me hablas.

Posibles respuestas ante

el apuro del corpulento imbécil.

¿La imbécil?

La imbécil.

¿La puta rosa?

¿Otra vez?

¿Un e-mail de quién?

Discúlpame, pero no sé

de quién me estás hablando.

Vos y tu voz están gravemente confundidos.

Yo no tengo nada que ver.

Ni nada para habla.

Mejor cierro ojos y boca.

Y espero.

Mejor espero a mi turno.

Mejor espero que alguien está de espaldas

Para enterrarle, palabra por palabra,

la verdad.

Flores.

Esta mañana, todo me huele a flores.

Pero, no a flores vivas ni a rosas primaverales.

Esta mañana, todo me huele a flores marchitas,

a flores de cementerio, a flores de adiós.

Esta mañana no respondo al saludo de los transeúntes que hoy,

son más obstáculos que personas.

Más vale callarse.

Más vale otorgar silencio.

Más vale esperar sentado a que el viento que se lleva nuestras horas

se lleve también el olor de las flores de esta mañana.

Olor a rosas marchitas.

Olor a mañana otoñal.

Y muerta.

Dicen.

Dicen que el amor sana las heridas.
Y que desintoxica el alma.
Que vuelve de oro las noches de plata.
Que es ciego, pero no tanto.
Pero ¿Qué ocurre cuando el alma no tiene cura?
¿Cuando la noche amanece?
¿Cuando todos los ojos se cierran?
Aquella noche tragué tanta pasión
que, al regresar, me vi obligado a
envenenarme para no morir de amor.
Veneno: el único antídoto.
Amor: el mejor veneno.
Pasión: la mayor de las virtudes.
Y todo se vuelca en mi pecho.
Y espera que amanezca para volver de plata el sol.
Y, de oro, algún corazón.
Algún dichoso corazón.